sábado, 27 de marzo de 2010

... y sale Kobe

Hay que ver cuanto tiempo hacía; esto casi que le rejuvenece a uno, volver a oír nombres como el de Phil Jackson. Debe de hacer ya por lo menos un lustro que no veía un trozo de un partido de la NBA, y que no haga más, algo así como una década.
Y es que uno con el tiempo cambia, dicen que le cambia el carácter, de eso es posible que no nos demos tanta cuenta, bueno, me refiero al propio sujeto, supongo que es más evidente para los que le rodean. También cambian las costumbres, de eso creo que somos más conscientes, porque un día, dices, no tengo tiempo... o, simplemente, no me apetece ver el partido, y dejas de hacerlo; así de fácil.
Esto también tiene que ver con el aprendizaje. Porque uno va madurando con la vida; creo haberle oído twittear (sí, en realidad lo he leído) a Paulo Coelho que uno va alcanzando mayor madurez cuanto más deja de preocuparse por sí mismo y empieza a preocuparse por los demás. Debe de ser cierto, y desde luego no voy a pretender contradecir a Paulo.
Y es que esta mañana he tenido una conversación telefónica con alguien en la que me he sorprendido a mí mismo dándole ánimos o mejor dicho tratando de hacer que mantuviese la calma. Y todo porque otra persona, o mejor dicho, otra empresa, se ha presentado a un concurso al que éste también lo había hecho, cuando tenía cierta confirmación por parte del último de que éste no se iba a presentar. Pero claro, tal y como está el panorama, mucho me parece que no se haya presentado nadie más al concurso. De cualquier modo y en relación a esto en el fondo yo estoy muy tranquilo sobre el tema porque en realidad no me hace ninguna falta ese dinero, y además hay pocas probabilidades de que no lo ganemos, ya que lo hemos preparado bastante bien.
Por una parte hemos presentado una nueva arquitectura más innovadora y que permitirá en el futuro una mayor flexibilidad, y un presupuesto mucho mejor y más detallado que el que figuraba en el pliego del concurso. También hemos presentado una mayor unicidad de criterios en cuanto a la elección de material, y por último una gran lista de mejoras que suponen algo más del 30% del presupuesto total de ejecución. Hemos apostado fuerte por la puntuación en las mejoras.
Hacen una pausa, y sale hablando Daimiel, como tiempo atrás, pero a su lado ya no está aquel hombre con sus elegantes pajaritas (Todavía te recordamos, Andrés). Ahora hay un chico joven con marcas de viruela, que por supuesto no tiene el magnetismo ni el carisma de Montes.
Y es que el Carisma (lo escribo con mayúsculas con toda la intención) es una cualidad que por desgracia creo que nunca he desarrollado, ni de forma voluntaria ni de manera natural. Pero supongo que para que el Carisma sea del bueno, tiene que ser natural, si no a uno se le nota forzado, en mi opinión es algo como el dibujo a mano alzada, o el tocar un instrumento (bueno, esto último siempre requiere cierto aprendizaje, lo otro puede ser más natural).
Y carisma hay del bueno y del malo, o mejor dicho, del inocente y del utilitarista. Hay quien lo tiene y no hace uso de él en beneficio propio, sino que lo lleva como algo natural (éstos son los que menos, porque en el fondo es una forma de poder, de dominio sobre la voluntad de los demás), y hay quien es consciente de que puede aprovechar esas situaciones en las que los demás le siguen y así conseguir que se haga su voluntad.
Y es que esta cualidad es como la chica que se sabe guapa, y que es ella la que puede elegir, y tiene a todos deseando ser los elegidos; hay que ir con cuidado, esto se puede tornar en vanidad. El carisma es importante en muchas facetas de la vida, muchas más de las que pueda parecer, y más en países como el nuestro, de carácter latino (creo que los anglosajones no se dejan llevar tanto por las emociones) pero lo que es aquí, en un negocio, cuenta casi tanto el producto y el contenido de la negociación, como lo que se habla al final durante la comida.
Y me doy cuenta cada vez más cuando conozco a gente que ni lo tiene ni quiere hacer nada por intentar tenerlo, o por intentar abrir una brecha de confianza con sus stakeholders, que es de lo que se trata al final. Porque en el mundo laboral, al final no hay amigos, todo son intereses, y todos (o casi, yo me considero bastante libre en ese sentido) representamos un papel u otro, de mejor o peor manera.
En la actualidad, esta cualidad o un destilado de la misma, se ha intentado cuantificar o reproducir con mayor o menor éxito en forma de redes sociales de contactos profesionales, tratando de hacer acciones de asociación e integración en las escuelas de negocios, en las que uno de sus argumentos principales de venta (sí, porque al final no son muy diferentes del frutero de la esquina, se dedican a vender, un producto quizá un poco más sofisticado quizá, pero un producto, que no por ello es mejor, y si no que se lo digan a Perelman, el nuevo Diógenes, o quizá no llegue tan lejos, pero desde luego parece que tenga claro que es feliz con lo que tiene; bien por tí, tienes mucho más de lo que muchos multimillonarios alcanzarán en toda su vida) es el establecimiento de una serie de red de contactos profesionales que parece que tenga que lanzarte al estrellato.
En fin, siempre he pensado que las cosas han de llegar de una forma más natural, todo lo demás, lo artificial, acaba pasando factura.
Y es que en los negocios, y en el mundo del emprendedurismo, hay otra cosa que también cuenta mucho, y es desde luego el modelo de negocio. Yo no se mucho de ésto, pero me parece evidente que hay algunos modelos que están destinados a la desaparición en cierto tiempo, como es el caso de la ingeniería u oficina técnica, que se dedica a hacer proyectos y visarlos, proyectos de actividad, etc.
Pero, que valor estamos añadiendo al redactar un proyecto de actividad al cliente? decirle que tiene que poner una serie de luces de emergencia y tres o cuatro extintores? quizá alguna instalación de BIES (bocas de incendio equipadas, para los profanos) o tal vez algún tipo de insonorización si se trata de un local de ocio?. Seamos sinceros, eso mismo se lo puede decir la empresa instaladora que le va a efectuar la instalación. No, esa información debería de ser gratuita, y estar al alcance de todos, de ese modo el emprendedor, que no tiene que saber de leyes ni de requisitos técnicos podría centrarse en la apertura de su establecimiento, el material que va a distribuir o el servicio que va a prestar, como hacerlo mejor para sus clientes, etc.
De hecho, bien pensado, este servicio de asesoría debería de prestarlo el propio Ayto. u otro organismo que exija la presentación de un proyecto en el que se dice los requisitos que ha de cumplir el establecimiento. Pero no lo hacen. El modelo (de la oficina técnica) debería de ser la prestación de un servicio rápido y barato para el cliente, quizá incluso en formato DIY (do it yourself) como el maestro IKEA, eliminando toda la paja del proyecto. Podría ser incluso un servicio prestado por internet, en el que la comunicación y las transacciones se hiciesen por este medio igualmente. Esto reduciría los costes sensiblemente.
... ummm, tengo que darle un par de vueltas a esto, a alguien le podría resultar útil.

sábado, 20 de marzo de 2010

Luis Huete personal

En este vídeo Luis dice mucho más y en muchos más sentidos de lo que pueda parecer a simple vista. Espero que lo disfrutéis y sepáis escuchar,

Cultivar las fuentes de energía from Luis Huete on Vimeo.

viernes, 19 de marzo de 2010

Querido Jaime

A tí te quiero dedicar esta entrada, porque pese a que ya hace mucho que no nos vemos, guardo de tí un recuerdo con mucho cariño.
Jaime fue uno de mis profesores de matemáticas en el instituto y, si bien no fue uno de los que en mí más admiración ha despertado (recordad que me gusta esa fría belleza de las matemáticas) si que guardo un recuerdo muy especial y mucho cariño hacia su persona.
Este señor, por lo que me contaron, tuvo que atravesar una experiencia que no le deseo a nadie en su vida, un accidente de automóvil en el que murieron las personas que lo acompañaban, y al parecer, desde aquel momento su personalidad cambió hacia la que yo conocí cuando lo tuve como profesor.
Con todo mi cariño diré que era un tipo ¨peculiar¨, sí, porque ser peculiar para mí no es malo, al contrario, tiene mucho que ver con ser especial. Pero este tipo de gente, y frente a chavales de las edades que por aquel entonces teníamos, pues, en fin...
Lo que quiero decir, lo entenderán los de mi generación, que fue la generación en la que se empezó a perder en ocasiones, aunque con cierta inocencia en comparación con lo que oigo hoy en día por ahí, el respeto por el profesorado, de modo que, al tener este señor algunos comportamientos que bien pudieran tacharse de particulares, daban pie a que los chavales sacaran punta y aprovecharan para ridiculizarlo.
He hablado en tercera persona, y no es que quiera quitarme culpas, pero es que ya por aquel entonces yo también era en cierto modo peculiar, pues nunca me han hecho gracia las desgracias ajenas, ni siquiera en su modo más jocoso, como en aquellos famosos vídeos de primera, en los que la gracia del asunto residía muchas veces en que durante el video algún pobre desgraciado sufría un traspiés acabando la situación en un doloroso desenlace; no, este tipo de cosas nunca me ha hecho gracia. Y aunque pueda parecer un rancio tampoco me ha hecho gracia el niño de la ortodoncia del que los demás se reían, ni el pobre hombre ebrio y con la reputación en entredicho del que algunos hayan podido aprovechar para mofarse... o incluso, algún descerebrado, aprovechar para pegarle fuego (véase el caso del mendigo en el cajero).
Y es que al final la naturaleza nos demuestra que en realidad todos somos iguales (aunque haya quien diga que no cree en la igualdad de los hombres sino de oportunidades), puesto que en 100 años todos calvos (por lo menos por ahora, que la tecnología nunca sabemos lo que nos deparará).
Pero como me estoy desviando bastante del motivo por el que había comenzado a escribir esta entrada, voy a tratar de reconducir mis ideas. El asunto es que este señor tenía un dicho que puede parecer tremendamente evidente, pero que entre la gente adulta no lo es tanto, y digo lo de la gente adulta, porque la sinceridad en muchas ocasiones es un bien preciado que tenemos de niños y que al madurar parece que nos de vergüenza conservar.
El siempre decía lo siguiente: "Cuanto más claros, más amigos o menos ... pero sobre todo más claros" y es que durante la vida le he tenido que dar toda la razón a este señor, porque cada vez estoy más convencido, de que la claridad y la transparencia, aunque sea en la más brutal de sus formas, a la larga sólo puede deparar beneficios (por lo menos de espíritu).
Esta doctrina es pues la que pienso aplicar en un problema que se me plantea en la actualidad. Y es que me encuentro preparando un proyecto para un concurso, en el que han colaborado conmigo una serie de personas, que entre sí son competencia, por lo que al final me voy a tener que decidir por trabajar con unos o con otros, ya que en resumen, unos mejor que otros, pero todos ofrecen soluciones similares a un mismo problema.
El asunto consiste en la modernización de las instalaciones de unos edificios públicos de la ciudad, mediante la inclusión de cierto número de elementos de automatización orientados hacia el uso más racional de la energía y la eficiencia en los consumos energéticos.
Cada cual de estas personas me han propuesto sus soluciones, pero sobre todo han tenido a bien compartir sus conocimientos conmigo, lo que me ha sido de gran ayuda para la preparación de mi propuesta. En cierto modo, sin todos ellos, no hubiera sido capaz de sintetizar lo que estos días estoy tratando de escribir.
Pero como la vida real no siempre es de color de rosa y la situación económica es la que es, al final no se si voy a poder repartirles a cada uno un trozo de pastel, aunque eso es lo que voy a intentar. Porque si bien Antonio puso ante mí una solución tremendamente flexible, Pedro fue el que originalmente me dio la idea y me enseñó los elementos de control que existían en el mercado y que iban a permitirme resolver el problema del control de los aires acondicionados, que en cada planta de los edificios y más aún, en cada despacho casi son de un fabricante y modelo diferentes, motivo por el cual resultaba complicado buscar soluciones convencionales.
Así pues, tengo la intención por lo menos, de tener la deferencia de que antes de que termine el plazo de presentación de los proyectos, hablar con cada uno de ellos para anunciarles la solución que he adoptado, aunque esto pueda suponer tener que decirle a alguno que no voy a contar con ellos en esta ocasión. Prefiero hacerlo yo cara a cara y que me cueste un desaire, a que se enteren por un tercero y es que estoy convencido de que, en definitiva el desenlace sería el mismo, pero yo mostraría un tremendo desinterés hacia sus personas y una falta de respeto a la confianza que en mí habían depositado y al tiempo que me han dedicado.
Ellos por su parte, espero que entiendan también que, al final, las decisiones no las tomo yo únicamente, y que, haré todo lo posible por devolverles el favor en lo que en mi mano esté.
Creo de verdad que esta es una buena actitud a adoptar, la más justa para todos y la que yo para mí querría, y en esta forma de ser que tengo, tú has tenido algo que ver, Jaime.

jueves, 18 de marzo de 2010

Como seguir las indicaciones de Pascual Montañés

Pues a eso me he dedicado esta tarde, porque además estaba bastante cansado, teniendo en cuenta que ayer, o mejor dicho, anoche apenas dormí, para conseguir tener listo un presupuesto coherente esta mañana para la obra de la reforma de infantojuvenil.
Y es que aunque los no iniciados no lo crean necesario, se ha demostrado suficientemente que a la hora de acometer cualquier tarea, las probabilidades de éxito son mucho mayores si previamente se han realizado simulaciones sobre la misma. Y qué es sino lo que hacemos los ingenieros cuando preparamos un proyecto? pues de eso se trata, de simular y tratar de plasmar sobre papel las repercusiones técnicas y económicas y prever los resultados que obtendremos según nuestras definiciones, antes de que éstos sucedan de forma que podamos ver si nos gusta lo que obtenemos sin tener la necesidad de invertir los recursos que supone la ejecución de la obra, de forma que es mucho más sencillo y menos oneroso echar marcha atrás y rectificar cuando el resultado no es el esperado.
La tarea del proyectista comienza pues por imaginar, por dejarse llevar por su creatividad... y utilizar los elementos presentes en el mercado para plasmar sus ideas en un proyecto económicamente viable y técnicamente efectivo.
En esto ha consistido la primera parte de mi tarde hoy, y en cultivar las relaciones, las buenas, se entiende, con mis stakeholders. Esto último es algo que fuera de este país quizá no sea necesario cultivar de manera tan evidente, pero que aquí se valora casi tanto como el trabajo bien hecho, así que ya sabéis, nunca menosprecieis el tiempo pasado tomando café con alguien que acabais de conocer...

miércoles, 17 de marzo de 2010

Creando, concibiendo...

Pues ya está la cosa en marcha, a ver como funciona esto. Lo cierto es que a lo mejor he esperado demasiado para dar este paso, y al final no ha sido como supongo que debería haber sido, con un plan de negocio perfectamente redactado, con unas previsiones económicas perfectamente trazadas... no al final ha sido únicamente por una tremenda carga de trabajo, que he tenido que delegar y comenzar a deshacerme de parte de la carga.
Sin embargo he decidido no perder el control sobre la calidad de los trabajos realizados, de manera que he montado un pequeño despacho, contando con las infraestructuras de las que ya disponía, y por otra parte, como no puede ser de otro modo, con un capital humano, con el que creo que he acertado de pleno.
Quizá ahora pueda disponer de algo más de tiempo para mí, y para poner en práctica esas ideas que he tenido en alguna ocasión y que para uno solo suponen demasiada carga.
Pero hoy estoy cansado y ya es tarde, así que dejaré esta entrada aquí para seguir escribiendo otro día. Hasta pronto...