viernes, 23 de octubre de 2009

Extraño sueño

Hoy he dormido poco, quería terminar unas cosas que llevo entre manos rondando ya hace demasiado tiempo y la verdad es que no las terminé pero he adelantado bastante el trabajo. El caso es que me acosté tarde y pese a ello, y a la poca costumbre que tengo de recordar mis sueños (y hablo de recordar porque he leído cientos de veces que durante la noche, aunque no los recordemos siempre los tenemos) esta mañana me he despertado en mitad de un sueño.

Lo curioso de esta actividad onírica ha sido algo novedoso y es que durante el sueño creía reconocer los lugares en los que discurría el mismo, pero como si figuraran en mi memoria en un tiempo muy lejano, durante mi infancia. Lo que me ha parecido curioso de este asunto, es que cuando me he despertado, lo que durante el sueño apreciaba como recuerdos de la infancia, me he dado cuenta una vez despierto que no son tales, que no los tengo.

La situación discurría en una casa, que por algún motivo que desconozco sitúo en Portungal, ahora bien, en lo que ha durado el sueño no he salido del recinto, por lo que no se dónde estaba en realidad. Esta casa debía de ser grande, quizá un antiguo caserón unifamiliar, porque tenía habitaciones que simulaban las estancias de un museo; recuerdo con claridad meridiana un soporte en el que descansaban espadas una de ellas con una cruz templaria.

Habíamos (y hablo en plural porque tenía la sensación de haber acudido con alguien conocido) ido porque alguien iba a desposarse o a pedir la mano más bien de la hija joven de la familia, al parecer una familia de bien, pero tampoco he visto a la chica ni al interesado en todo el sueño. También recuerdo un cuarto de baño con su bañera, y una especie de cartelito pegado en lo que vendría a ser el respaldo de la misma si nos sumerjimos a tomar un baño.

Por último, y lo más extraño de todo, en la casa tenía un reencuentro, con una chica (la otra hija de la familia, y la mayor)que al parecer conocí cuando los dos éramos muy pequeños, y que pese al tiempo transcurrido había reconocido. Pero lo más curioso es que ella se acordaba de mí, cuando por algún motivo tenía la sensación que cuando nos conocimos de pequeños pensaba que ella no se había dado cuenta ni de mí presencia; no se relacionaba aquel encuentro con una multitud... y mi carita de niño asomando entre las piernas de la gente.

Extraño sueño...

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